jueves, 30 de octubre de 2008

Bolsita guardalotodo, oh yeah!

¡Lo conseguí!

Gracias a inspiración interneteriana y aportando una buena dosis de mi imaginación creo que di con la fórmula perfecta para una merienda infantil, para guardar cosas delicadas de cara a un viaje o simplemente para transportar zapatos.

El caso es que junto a mi bella dama blanca nos embarcamos en el primero de muchos proyectos propios que, esperamos, muy pronto puedan estar a vuestra disposición en cualquier rincón del mundo.

Sé que la entrada es breve (sé que algunos exhalaréis un ¡buf! en este momento) y que la foto es mala más allá de los límites a los que a menudo reto, pero me urgía compartir este momento con vosotros, y para eso no importan las formas.

¡¡ Habemus nuevos habitantes!!



De nuevo saludamos a pequeños personajes que van incorporándose a la creciente población de mi granja, ya que aún estoy aprendiendo y no hay mejor manera de perfeccionar una técnica que practicarla. 

Y es que recientemente se produjo una novedad en mi vida; la aparición de una bella Singer esponsorizada por mi querido Luis que está facilitando y agilizando enormemente mi trabajo de creadora compulsiva. Como ya he mencionado, apenas estoy aprendiendo a usarla, sin embargo presagio que nuestra relación va a ser duradera y fructífera.

En cuanto recibí tan acertado obsequio de cumpleaños, ni corta ni perezosa, entre mañanitas, velas y pasteles, me dispuse a comenzar mi entrenamiento con avidez, y de esta decisión nacieron estos dos pequeños cuyo germen vuelve a ser el basto mundo de Internet. La verdad, me zambullo a diario en tal cantidad de páginas que no puedo recordar quienes son los verdaderos donantes de estas bellezas, pero, como vientre de alquiler que ya soy, me siento muy agradecida de tener la oportunidad de gestar proyectos tan originales, instructivos y llenos de ternura hasta garantizar su entrega en algún hogar feliz.

Después de repetir la experiencia varias veces... ¡estoy encantada! Y cada vez me encuentro más cerca de emprender junto a mi nuevo acólito de capa blanca un pedaleo incesante hacia la plasmación de ideas propias en lazos, telas e hilos que conforman sueños.

martes, 7 de octubre de 2008

Et enfin...

¡Por fin me he lanzado!

Una cosa que he ido adquiriendo con la edad, y aun me queda adquirir mucho más, es seguridad y, la verdad, es una maravilla.

Uno puede emplear la seguridad como antídoto contra complejos, como razón última de todas sus decisiones, y como mil cosas más algunas buenas y otras menos buenas. En mi caso me ha servido para dedicarme a lo que me gusta y mostrárselo a la gente sin que me preocupe excesivamente lo que opinen, a sabiendas de que mi criterio me sirve y que por lo menos van a apreciar el esfuerzo de hacer algo diferente.

Y gracias a todo esto la semana pasada me embarqué en un proyecto un poco distinto: crear mi propio patrón. Y de este proyecto surgió La bailarina conejina que orgullosamente os presento hoy.

El proceso fue más sencillo de lo que había imaginado; cumplía años la hija de una buena amiga, de las pocas que he podido cosechar últimamente, en realidad, y con tal motivo pensé en hacer algo especial. Dado que la vida de esa familia gira en torno al ballet y que la homenajeada acaba de acceder como alumna a su academia, pensé que el tema adecuado era una bailarina. Y poco a poco fui recreando la idea en mi mente, para plasmarla posteriormente en papel y finalmente en telas de colores, algodones en hilos.

Por supuesto, el resultado es el que muestro en estas imágenes y próximamente organizaré mis papeles para colgar en este blog también un patrón que cualquiera pueda seguir fácilmente en caso de que se quiera aventurar a tener una reproducción de este entrañable ejemplar.
En caso de que efectivamente exista algún revolucionario dispuesto a dar este paso, voy a señalar dos consejos prácticos para que esta empresa resulte un éxito: en primer lugar, da cada puntada y cada tijeretazo con la mente puesta en la cara de felicidad de quien va a recibir el peluche, de este modo el resultado estará impregnado del cariño y el detalle de las cosas hechas con amor; y, finalmente, si se trata de un regalo de cumpleaños, compra algo comercial para completar el paquete y así tu creciente seguridad no se verá mermada en caso de que el conejillo resulte injustamente menospreciado.