
¡Por fin me he lanzado!
Una cosa que he ido adquiriendo con la edad, y aun me queda adquirir mucho más, es seguridad y, la verdad, es una maravilla.
Uno puede emplear la seguridad como antídoto contra complejos, como razón última de todas sus decisiones, y como mil cosas más algunas buenas y otras menos buenas. En mi caso me ha servido para dedicarme a lo que me gusta y mostrárselo a la gente sin que me preocupe excesivamente lo que opinen, a sabiendas de que mi criterio me sirve y que por lo menos van a apreciar el esfuerzo de hacer algo diferente.
Y gracias a todo esto la semana pasada me embarqué en un proyecto un poco distinto: crear mi propio patrón. Y de este proyecto surgió La bailarina conejina que orgullosamente os presento hoy.
El proceso fue más sencillo de lo que había imaginado; cumplía años la hija de una buena amiga, de las pocas que he podido cosechar últimamente, en realidad, y con tal motivo pensé en hacer algo especial. Dado que la vida de esa familia gira en torno al ballet y que la homenajeada acaba de acceder como alumna a su academia, pensé que el tema adecuado era una bailarina. Y poco a poco fui recreando la idea en mi mente, para plasmarla posteriormente en papel y finalmente en telas de colores, algodones en hilos.
Por supuesto, el resultado es el que muestro en estas imágenes y próximamente organizaré mis papeles para colgar en este blog también un patrón que cualquiera pueda seguir fácilmente en caso de que se quiera aventurar a tener una reproducción de este entrañable ejemplar.
En caso de que efectivamente exista algún revolucionario dispuesto a dar este paso, voy a señalar dos consejos prácticos para que esta empresa resulte un éxito: en primer lugar, da cada puntada y cada tijeretazo con la mente puesta en la cara de felicidad de quien va a recibir el peluche, de este modo el resultado estará impregnado del cariño y el detalle de las cosas hechas con amor; y, finalmente, si se trata de un regalo de cumpleaños, compra algo comercial para completar el paquete y así tu creciente seguridad no se verá mermada en caso de que el conejillo resulte injustamente menospreciado.